Homenaje al socialista Salvador Allende, en el 35 aniversario del golpe militar
Salvador Allende Gossens (Valparaíso, 26 de junio de 1908 - Santiago, 11 de septiembre de 1973) fue un médico y político socialista chileno.
Allende fue un destacado político desde sus estudios universitarios en la Universidad de Chile. Fue sucesivamente diputado, ministro de Salubridad del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, y senador desde 1945 hasta 1970, ejerciendo la presidencia de dicha cámara del Congreso entre 1966 y 1969.
Fue candidato a la Presidencia de la República en cuatro oportunidades: en las elecciones de 1952 obtuvo un magro resultado; en 1958 alcanzó la segunda mayoría relativa tras Jorge Alessandri; en 1964 obtuvo un 38% de los votos, que no le permitieron superar a Eduardo Frei Montalva; y, finalmente, en una reñida elección a tres bandas, obtuvo la primera mayoría relativa de un 36,3%, siendo electo por el Congreso Nacional. De ese modo, se convirtió en el primer presidente marxista en el mundo que accedió democráticamente al poder.
El gobierno de Allende, apoyado por la Unidad Popular (un conglomerado de partidos de izquierda), destacó tanto por el intento de establecer un camino alternativo hacia una sociedad socialista –la "vía chilena al socialismo"–, como por proyectos como la nacionalización del cobre, la polarización política en medio de la Guerra Fría y una grave crisis económica y financiera. Su gobierno, que alcanzaría a durar mil días, terminó abruptamente mediante un golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973, en que participaron las tres ramas de las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros, tres años antes del fin su mandato constitucional; ese mismo día, luego que el Palacio de La Moneda fue atacado por aviones y tanques, Allende se suicidó.
El fin de su gobierno daría inicio al Régimen Militar, una dictadura encabezada por Augusto Pinochet, que duraría poco más de 17 años. Allende se mantiene como uno de los personajes más controversiales de la historia de Chile. Las circunstancias de su muerte lo convirtieron en un símbolo para la izquierda a nivel internacional, aunque muchos objetan su figura y legado, al considerarlo responsable de una de las más graves crisis de la institucionalidad chilena.
Para 1929, se había iniciado en la política entrando al grupo Avance: llegó a ser vicepresidente de la FECh en 1930, pero, debido a su oposición a ciertas posiciones del grupo durante los meses previos a la caída de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, fue expulsado de él.[10] A pesar de eso, siguió actuando como líder estudiantil, lo que le valió su detención. Mientras se encontraba encerrado, se enteró de que su padre agonizaba debido a un caso avanzado de diabetes. Le permitieron salir y alcanzó a verlo en sus últimos instantes.
Tras estos dramáticos hechos de su vida, Allende se abocó a terminar su memoria Higiene mental y delincuencia y a conseguir trabajo estable, pero tuvo que experimentar un largo tiempo pasando de hospital en hospital hasta convertirse en ayudante de anatomía patológica del Hospital Van Buren.
En 1933, participó en la fundación del Partido Socialista de Chile, organizando la sede de su ciudad natal y manteniéndose en este partido durante toda su vida. Dos años después, se uniría a la masonería. La etapa política de Allende daba inicio y no se detendría hasta el 11 de septiembre de 1973. Paralelamente a su vida militante, era director de la Asociación Médica de Chile en Valparaíso y miembro del Directorio Nacional de esa organización, se convirtió, en 1935, en editor del Boletín Médico de Chile y organizador de la Revista de Medicina Social de Valparaíso.[11]
Se comprometió fuertemente con el proyecto del Frente Popular, integrándose los socialistas al pacto tras un Congreso general realizado en 1936. Allende pronto se convirtió en presidente del Frente Popular en Valparaíso. Dentro del Partido, fue jefe de núcleo (1933), secretario seccional (1934) y secretario del comité regional de Valparaíso (1937-39).
Su partido lo proclamó candidato a la 6ª agrupación departamental de Quillota y Valparaíso, resultando electo junto a otros dos socialistas. Inició su vida parlamentaria con la petición al presidente de la Cámara de que los 17 diputados socialistas prometieran y no juraran, petición que fue aceptada.[12] Como diputado, participó principalmente en la realización de diferentes proyectos de leyes relativas a problemas sociales.
Salvador Allende como ministro de Salubridad (1940)
Durante la campaña presidencial de Pedro Aguirre Cerda, Allende fue elegido para dirigir la campaña en Valparaíso. Dejó su escaño parlamentario para unirse al nuevo gobierno de Aguirre Cerda como ministro de Salubridad, desde octubre de 1939, con 31 años.[13] Ese mismo año se publicó su texto llamado la realidad médico social, obra señera de la salud pública con énfasis en la medicina social, en la que se señalaba claramente que el principal condicionante del nivel de salud de una población es su nivel socioeconómico. Al iniciar su vida ministerial, en 1940, contrajo matrimonio con Hortensia Bussi Soto.[14]
Entre los logros en su época de ministro, según su cuenta al Congreso en 1940, se cuentan la producción y distribución de medicamentos contra enfermedades venéreas, reducciones de las muertes por tifus, presupuesto de dos millones de pesos para centros de higiene públicas, expansión del servicio dental en las escuelas y entrega de alimentos para los estudiantes.[15] Unos meses después de que el Partido Socialista dejó el Frente Popular, Allende se retiró del Ministerio, asumiendo como vicepresidente de la Caja de Seguro Obrero Obligatorio.
En 1943, se convirtió en secretario general del Partido Socialista, ocupando el cargo hasta junio de 1944. El año 1945, fue senador por Valdivia, Llanquihue, Chiloé, Aisén y Magallanes. El año 1953, por Tarapacá y Antofagasta. En 1961, por Aconcagua y Valparaíso. El año 1969, nuevamente por Chiloé, Aisén y Magallanes.[16]
Su arrastre popular fue increíble. Sus enemigos dentro del Partido intentaron sacarlo de la vida política enviándolo a las circunscripciones de Valparaíso y Aconcagua, donde era imposible que ganara, porque los votos de la izquierda los controlaba Jaime Barros, comunista y médico de los pobres, que detentaba el sillón. Allende triunfó sobrepasando a su compañero y le dio suficientes votos para que salieran los dos electos. Lo enviaron entonces nuevamente a un «matadero electoral»: Chiloé, Aisén y Magallanes, donde nadie le atribuyó ninguna oportunidad. Pero resultó fácilmente elegido.[17]
Era el símbolo nacional del socialismo moderado, llegando a ejercer desde 1966 como Presidente del Senado, de una forma tan ecuánime que, cuando la abandonó, le rindió un homenaje el diario El Mercurio, de tendencia conservadora.
Se postuló por primera vez a la Presidencia de Chile en 1952, consiguiendo un magro 5,45%, lo que se debió en parte a la escisión de un sector del socialismo que apoyó a Carlos Ibáñez y a la proscripción del comunismo.[18]
En 1958, se presentó nuevamente como candidato de la alianza socialista-comunista FRAP (Frente de Acción Popular), consiguiendo el 28,5% de los votos. Esta vez se atribuyó la derrota de Allende a la participación de un candidato populista, Antonio Zamorano, que le habría quitado votos de sectores populares.[19]
Se postuló a la Presidencia por tercera vez en el año 1964, nuevamente representando al FRAP. La elección devino en una competencia entre Allende y Eduardo Frei Montalva. Por temor a que triunfara Allende, el electorado de derecha se volcó hacia Frei en lugar de al radical Julio Durán, que era su candidato inicial. Enfrentado a dos de los tres tercios de la política chilena, Allende fue derrotado por tercera vez con un 38,6% de los votos contra el 55,6% de Frei.[
1973, el quiebre de la democracia
En marzo de 1973, se produjeron las elecciones parlamentarias. La oposición, agrupada en la CODE (Confederación de la Democracia), deseaba obtener dos tercios del Congreso. Si lo lograba, podría emitir una acusación constitucional contra Allende y destituirlo de la presidencia. Pero la UP logró el 43,3% de los votos y la CODE el 55%.
Allende, buscando una solución a la crisis, intentó un acercamiento con la DC. El primer intento fue con el proyecto de reforma constitucional Hamilton-Fuentealba que fue vetado por el Ejecutivo. Antes de que el Parlamento respondiese al veto, se desarrollaron una serie de conversaciones entre el Gobierno y la DC para hacer aprobar la reforma, de tal forma que el traspaso de las empresas al «área social» de la economía fuera legal y pacífico. La piedra de tope era que habría que devolver las empresas expropiadas ilegalmente o de forma legalmente dudosa.
El acuerdo no se concretó debido a la oposición del PS. En cambio su compañero de alianza, el Partido Comunista, trabajó por el entendimiento. El PS, junto a Carlos Altamirano, comenzó a crear graves problemas a Allende con sus acciones transversales y discursos encendidos.
Otro intento de acercamiento fue propuesto por el cardenal Raúl Silva Henríquez, propiciando un diálogo entre Allende y el presidente de la DC, Patricio Aylwin, para buscar un acuerdo que pudiera hacer superar esta situación. Pero el diálogo no prosperó. Según el cardenal, fue la intransigencia de la UP la que hizo fracasar la búsqueda de consenso, pero hay que considerar también la oposición al diálogo que manifestó Frei y que Aylwin pedía ministros militares con poderes muy amplios, que dejarían fuera del poder a la UP.[50]
A Allende no le quedan muchas opciones. Si el golpe de Estado todavía no se daba, fue porque el recuerdo del comandante René Schneider y su doctrina (según la cual las Fuerzas Armadas deben apegarse estrictamente a la Constitución y las leyes) lo detenía. Pero el recuerdo se iba esfumando y la realidad lo impulsaba a las Fuerzas Armadas a tomar el camino del golpe de Estado. Sectores civiles opositores al gobierno se manifestaron frente a los cuarteles arrojando trigo y maíz e insinuándoles que eran gallinas. Según sostienen algunas fuentes, las acciones de estos sectores eran directamente financiadas por la CIA. Sin embargo, el comandante en jefe era Carlos Prats, quien jamás en su vida se hubiera plegado a un golpe de Estado, por lo que si las otras ramas de las fuerzas armadas lo intentaban, se podrían eventualmente enfrentar al Ejército y devenir en una guerra civil. El Partido Comunista lanzó entonces su campaña «No a la Guerra Civil». Pero en esos mismos instantes críticos, Carlos Altamirano, secretario general del PS, decía: «El golpe no se combate con diálogos, se aplasta con la fuerza del pueblo».[51]
Esto alimentó a los golpistas. La violencia callejera se volvió cada vez más intensa, acercándose a la barrera de los 100 muertos por violencia política durante el gobierno de Allende. Un nuevo foco de violencia se creó entre el estudiantado por el proyecto de la Escuela Nacional Unificada (ENU), el que deseaba cambiar la educación en Chile: de una basada en los valores del capitalismo a una con valores del «hombre nuevo» del socialismo. Este plan también integraría una «educación permanente» y, aunque el proyecto se encontraba «en pañales», se produjo una violenta reacción de sectores estudiantiles liderados por fuerzas de derecha. La FEUC (Federación de Estudiantes de la Universidad Católica) llamó a defender la libertad educacional contra el «instrumento de concientización política del marxismo», por lo que se enfrentaron en luchas callejeras con agrupaciones de las Juventudes Socialista y Comunista. La Feses (Federación de Estudiantes Secundarios) se dividió entre los que apoyaban la ENU, entre ellos el dirigente Camilo Escalona, y los que la rechazaban, encabezados por Miguel Salazar. Finalmente, el proyecto fue retardado por petición del cardenal.[52]
Pero el conflicto educacional no fue el único tema de discordia entre los chilenos: el desabastecimiento, las JAP, la reforma agraria, las «tomas de tierras», los grupos armados, los cordones industriales, etc., son todos motivos de discordia entre los chilenos, cuya convivencia democrática está rota y ya existen grupos que hablan directamente de realizar un golpe de Estado.
El 11 de junio, el Congreso aprobó la reforma constitucional Hamilton-Fuentealba por 106 votos, la cual volvió inexpropiables los predios inferiores a 40 ha y dio garantías a los comerciantes y transportistas. Allende se negó a promulgar toda la reforma y se limitó a publicar aquélla parte en la que no tienen grandes diferencias la DC con la UP. Se basó en la facultad que tiene el presidente de vetar una ley y ésta debe ser aprobada por 2/3 de los votos para sobrepasar el veto. La oposición consideró este acto inconstitucional y la Contraloría General de la República le dio la razón. Ahora Allende se puso al filo de la legalidad (fuera de ella según la apreciación de la oposición) al ignorar las facultades de la Contraloría y del poder Legislativo.
El desabastecimiento económico llego niveles extremos, al punto que el presidente tuvo que anunciar el 7 de septiembre que solo quedaba harina para tres o cuatro días.[53]
El general Carlos Prats, que cada día se veía con menos apoyo, sufrió un incidente el 27 de junio. Mientras viajaba en su vehículo por la costanera, se le acercó una renoleta de color rojo desde la cual sus pasajeros empezaron a hacerle burlas e insultos. Prats, alarmado, trató de evadirlos, recordando lo ocurrido con el general Schneider. El conductor de la renoleta le saca la lengua y, exasperado, el general le disparó al automóvil, que se detuvo al instante. Prats bajó de su auto y recibió una gran sorpresa al darse cuenta de que «el conductor» era en realidad una conductora (su peinado causó la confusión), Alejandrina Cox. Anonadado, el comandante se vio pronto rodeado de un gran gentío que le demostraba su repudio.
Al regresar al centro de Santiago, presentó su renuncia ante el presidente, el cual la rechazó.[54] Un hecho ocurrido dos días después lo salvaría frente a la opinión pública, por el momento.
El 29 de junio, el regimiento blindado N° 2, al mando del coronel Roberto Souper, protagonizó un levantamiento militar contra el Gobierno, usando varios tanques, un porta tanques y dos camiones con 40 hombres cada uno.
Los sublevados intentaron tomar el Palacio de la Moneda, enfrentándose a las Fuerzas de la Guarnición dirigidas por el comandante en jefe Carlos Prats en persona, el cual puso en riesgo su vida para obtener la rendición de los sublevados. Los miembros de Patria y Libertad, que estimularon el golpe, se asilaron en la embajada ecuatoriana. El resultado final de este intento fue conocido como «tanquetazo», que dejó 20 muertos, de los cuales gran parte fueron civiles.[55]
Alarmado, Allende llamó nuevamente a los uniformados a integrar el gabinete, en esta ocasión con los cuatro miembros máximos de las Fuerzas Armadas, mientras planeó su última arma para salir de la crisis: un plebiscito.
Mientras tanto, las acciones del PS lideradas por Carlos Altamirano ya habían contribuido a que las intenciones de Allende colapsaran.
El fallido plebiscito
Presumiblemente, Allende planeó convocar a un plebiscito acerca de su permanencia en el cargo de Presidente. Sin embargo, hasta hoy no ha podido ser probado que Allende haya tenido esa intención.[56]
Un plebiscito habría sido una solución viable para Allende. El plebiscito habría consultado a los chilenos sobre su mandato y el Presidente habría renunciado si el resultado le hubiese sido negativo. Si el resultado del plebiscito hubiese sido a favor de la permanencia de Allende en la Presidencia, presumiblemente habría disminuido la probabilidad de un golpe de Estado. Si el resultado del plebiscito hubiese sido adverso a Allende (lo más probable por la composición política del país[57] ) , se habría retirado con la cabeza en alto por dejar su mandato por designio de la ciudadanía y no por las presiones opositoras.[58]
Vial[59] estima que Allende sí tenía la intención de convocar un plebiscito. Según este autor, el problema del Presidente estaba en el Comité de la Unidad Popular, que no aceptó la idea del plebiscito. El Partido Socialista sostenía que "sería una renuncia a los logros alcanzados". Apoyaban la posición socialista una fracción del MAPU y la Izquierda Cristiana dentro del comité y el MIR se indignó tanto con la idea que sus integrantes dejaron de llamarlo "compañero", refiriéndose a él en adelante como "señor". El único baluarte de Allende era, en esos momentos, el Mapu Obrero y Campesino (sección moderada), el Partido Radical y principalmente el Partido Comunista, que compartía su idea de la "vía pacífica al socialismo". Intentó nuevamente la idea del plebiscito a inicios de septiembre, pero la intransigencia del Partido Socialista se mantuvo. El comunismo dio, entonces, vía libre a Allende para que éste, si así lo deseaba, proclamase el plebiscito a pesar del veto socialista. Una gestión de Orlando Letelier (ministro de Defensa) convenció al PS para que retirase su veto. Allende podría finalmente convocar al plebiscito, pero la gestión de Letelier ocurrió en la noche del 10 de septiembre.
Sucesos anteriores al golpe de Estado
El golpe fue planeado por prácticamente toda la plana superior de la Armada, salvo el almirante Montero, pero éste se encontraba aislado y la Armada obedecía al vicealmirante José Toribio Merino. Lo mismo sucedía en la Aviación, excepto por el general César Ruiz, cabeza de la entidad. Mas, al retirarse éste último del Ministerio de Obras Públicas y Transporte (que había asumido como consecuencia del «tanquezazo»), Allende lo obligó a renunciar a ambos cargos, ministro y comandante, asumiendo en su lugar el cargo militar el general Gustavo Leigh, opositor al gobierno. El Ejército estaba dividido, pero la balanza cada vez se cargaba más hacía la opción del golpe. En Carabineros, no conspiraban más que dos o tres generales de baja antigüedad, entre ellos el general César Mendoza.
Finalmente cayó Prats. El 21 de agosto, una manifestación de esposas de generales se inició frente a su casa, a la que llegaron también varios oficiales de civil a protestar contra él. Fue insultado y apedreado y, al deshacer la manifestación Carabineros, ésta se volvió a organizar.[60] Llegaron al lugar Augusto Pinochet (considerado el «segundo» de Prats), Allende y sus ministros. Todos fueron abucheados. Deprimido y desilusionado, pidió a los generales que reafirmaran su lealtad hacia él; como sólo unos pocos lo hicieron, resolvió renunciar a la comandancia en jefe. Recomendó a Allende para el cargo a Pinochet, que tenía una larga hoja de vida como soldado profesional y apolítico.
El 23 de agosto, se reunieron Allende, Prats y Pinochet en el Palacio de la Moneda. Al finalizar la reunión, Pinochet fue nombrado comandante en jefe del Ejército.
El 22 de agosto, la cámara aprobó el Acuerdo de la Cámara de Diputados sobre el grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República causado por la negativa del Ejecutivo a promulgar la reforma constitucional de las tres áreas de la economía a pesar de haber sido aprobada por el Congreso y actuando en contra de la Constitución según el contralor. El texto dejó en claro que es responsabilidad de los ministros militares terminar con la situación de ilegalidad.
Más leña fue echada al fuego. Marinos se reunieron con Altamirano para advertirle de los intentos golpistas, siendo los primeros procesados por la Armada. Altamirano lanzó un discurso incendiario, reivindicando su derecho a recibir informes de cualquiera que denuncie conspiraciones: «Si pudiera, hablaría de nuevo con ellos». «Si se intenta un golpe, Chile será un segundo Vietnam heroico».[61]
Por su parte, la Corte Suprema resolvió responder a la petición de desafuero de Altamirano (pedida por la Armada) el 11 de septiembre.
Preparativos del golpe
Las Fuerzas Armadas estaban preparadas para dar un golpe militar mucho antes de pensar en él. El Ejército tenía «planes de contrainsurgencia» para el caso de que una subversión sobrepasase a las Fuerzas de Orden (Carabineros). Este plan consistía en que el país estaba dividido en diferentes secciones y para cada una se establecía un plan de acción contra la posible insurgencia. Este plan sería la base prima para los golpistas, que solo tuvieron que adaptarlo a las nuevas circunstancias.
El problema era el general Prats, que mantenía su lealtad al presidente y tenía a la guarnición de Santiago y al comando de institutos militares en manos de gente cercana (generales Sepúlveda y Pickering).
Se tenía que adelantar el golpe para antes de Fiestas Patrias (18 de septiembre), porque si se retardaba mucho podía ocurrir otro «tanquetazo», que permitiría limpiar de oficiales golpistas la plana del Ejército. Pero cayó Prats y Sepúlveda y Pickering renunciaron en un gesto de solidaridad. El nuevo comandante en jefe era Pinochet, del cual no se sabía si era o no golpista.
El 7 de septiembre, el Almirante Merino envía al Comandante General del Cuerpo de Infantería de Marina, Contralmirante Huidobro, con una carta escrita en un pequeño papel, el cual comprometía a Pinochet y Leigh a poner sus fuerzas para el 11 de septiembre, y la hora 6.30 en Valparaíso: atrás ellos debían firmar el conforme.
En una reunión el día 9, Allende comentó a Pinochet su intención de un plebiscito. Ése mismo día, Pinochet se sumó al golpe.
El 11 de septiembre
Artículo principal: Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973
Caricatura de Allende el 11 de septiembre de 1973 realizada por el dibujante Carlos Latuff.El 10 de septiembre, a las 16.00, zarpó la escuadra tal y como estaba previsto, ya que debía participar en las maniobras navales internacionales UNITAS. Mientras tanto, el Ejército se acuarteló. La razón dada: el probable desafuero de Altamirano y Garretón el día 11. Este desafuero, según explicó Pinochet al ministro de Defensa, Orlando Letelier, podía causar disturbios, por lo que se hacía necesario el acuartelamiento.[62]
En la madrugada del 11 de septiembre, la escuadra reapareció en Valparaíso y las Fuerzas Armadas tomaron la ciudad. El prefecto de Valparaíso, Luís Gutiérrez, realizó una llamada por el único teléfono que funcionaba en el puerto, el suyo (línea dejada libre a propósito por los golpistas), para avisar al subdirector de Carabineros, general Jorge Urrutia, que la infantería de marina estaba en las calles y había empezado a tomar posiciones de combate. Urrutia telefoneó a Allende, que se encontraba en su residencia de Tomás Moro. Allende, calmado, pidió ubicar a Pinochet y a Leigh, pero eran inubicables.
A las 7.15, Allende, en su Fiat 125, y el GAP se enfilaron hacia el Palacio de la Moneda, llegando veinte minutos después. Cargaba con un fusil AK-47 (regalo de Fidel Castro) y el GAP ingresó al palacio de Gobierno dos ametralladoras y tres lanzagranadas RPG-7, además de sus armas personales.
Paralelamente, llegó a esa hora Pinochet al Comando de Comunicaciones, un poco retrasado. Se organizaron las redes de comunicaciones con las demás ramas de las Fuerzas Armadas, especialmente con Leigh, que se encontraba en la Academia de Guerra Aérea, y con Patricio Carvajal, que sería el coordinador de todo el golpe.
Sepúlveda, director general de Carabineros, llegó a la Moneda y le aseguró que Carabineros sigue fiel al gobierno. Lo ignoraba, pero Carabineros está ahora controlado por los generales Mendoza y Yovane.
La Cadena Democrática, formada por las radios Minería y Agricultura, emitió la primera proclama militar.[63] Allende debía hacer entrega inmediata de su cargo a la Junta de Gobierno, integrada por los jefes supremos de las Fuerzas Armadas: Pinochet, Leigh, Merino y Mendoza (los dos últimos recién autonombrados como jefes supremos de sus ramas, Armada y Carabineros respectivamente).
Se le dio también al presidente un ultimátum: si La Moneda no era desalojada antes de las 11.00, sería atacada por tierra y aire. El ambiente en la Moneda era de tristeza, lo peor que podía ocurrirles estaba pasando. Carabineros retira las tanquetas y al personal apostados frente ella
Los militares se contactaron con la Moneda y propusieron sacar del país al presidente, pero Allende rechazó la oferta. Pinochet se contacta con Carvajal, quien le indicó la negativa del presidente a rendirse.
A las 9.55, los tanques del general Palacios ingresaron en el perímetro de la Moneda. Francotiradores apostados en los edificios aledaños los trataron de repeler y se inició una balacera. A las 10:15, a través de radio Magallanes —la única pro gobierno que aún no era silenciada— Allende emitió su último mensaje a la Nación.[64]
A las 10.30, los tanques abrieron fuego contra la Moneda. Los siguieron las tanquetas y la infantería, fuego que fue respondido por los miembros del GAP y los francotiradores apostados en los edificios aledaños.
Estatua de Salvador Allende frente al Palacio de La MonedaCarvajal se comunicó nuevamente con Pinochet, informándole de la intención de parlamentar. Pinochet exigió una «rendición incondicional».
Sin embargo, también se mostró en ocasiones más humanitario que sus compañeros de golpe. Ofreció a Allende salir del país (Carvajal quería apresarlo) y consiguió que Leigh detuviese el bombardeo aéreo unos minutos para evacuar a las mujeres del interior de la Moneda (a lo que Leigh se oponía).
A las 11.52, los cazabombarderos Hawker Haunter iniciaron su ataque a la Moneda, disparando en cuatro oportunidades sus cohetes sobre la casa de Gobierno: el daño causado es devastador. Otros dos aviones bombardearon la residencia presidencial de Tomás Moro, a la sazón defendida por los miembros del GAP que no alcanzaron a llegar con Allende.
El ataque al Palacio de Gobierno prosiguió con el uso de gases lacrimógenos, pero al ver que la Moneda todavía se negaba a rendirse, el general Palacios decidió tomarla y envió a un grupo de soldados a derribar la puerta del Palacio. Son las 14.30 de la tarde.
Allende decidió rendirse y deponer las armas. Entonces —según el testimonio de uno de sus doctores, Patricio Gijón, que regresó para llevarse su mascarilla antigás—, con el fusil AK-47, se suicidó disparándose en la barbilla, explotando la bóveda craneana y muriendo instantáneamente.[65] Palacios entró en el Salón Independencia y se encontró con Allende y el doctor Girón. Reconoció al presidente por su macizo reloj Galga Coulde. Llamó al oficial de radio y entregó su escueto informe: «Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto». A su vez Carvajal, dice por interno a Pinochet:
"Hay una comunicación, una información de personal de la Escuela de Infantería que está ya dentro de La Moneda. Por la posibilidad de interferencia, la voy a transmitir en inglés: They say that Allende committed suicide and is dead now (Dicen que Allende se suicidó y ahora está muerto)"
Patricio Carvajal, 11 de septiembre de 1973
A las 18.00, se conformó la Junta de Gobierno. A excepción de unas escaramuzas en sitios aislados de Santiago, la junta domina todo el país. La Unidad Popular y su presidente habían muerto, iniciándose diecisiete años de gobierno militar.
Tumba de Salvador Allende en el Cementerio General
Funerales
Sus restos fueron enterrados en el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar, sin una placa que lo identificara, en una discreta ceremonia a la que solo pudieron asistir Hortensia Bussi, Laura Allende y dos sobrinos del presidente, Patricio y Jaime Grove, además del comandante de la FACH, Roberto Sánchez.[66]
Casi 18 años después, el 4 de septiembre de 1990, por órdenes del presidente Patricio Aylwin, Salvador Allende recibió un nuevo funeral, pero esta vez masivo y con los honores de Estado que le correspondían como ex mandatario.
Polémica sobre su muerte
Durante años, la izquierda chilena mantuvo la idea de que Allende había sido asesinado, considerando la posibilidad del suicidio como una postura que debilitaría la figura de Allende. En palabras del doctor José Quiroga, testigo del suicidio de Allende, pero que guardó silencio largo tiempo “era más importante el aspecto político de que todo el mundo creyera que a Allende lo habían matado los militares”.[67]
Anteojos ópticos de Salvador Allende, encontrados en el Palacio de la Moneda, tras el bombardeo.La fuente original de esta versión era Luis Renato González, quien cuenta que Allende, encañado por un capitan que exigía su rendición, respondió “¡Nunca!, tras lo cual recibió un disparo y una ráfaga de metralleta. Esta versión se popularizó por diversos medios, uno de ellos fue un discurso de Fidel Castro dado el 28 de septiembre de 1973 en la plaza de la revolución, en donde describe una versión de la muerte de Allende, aunque en ese mismo discurso, advierte de la posibilidad de que se hubiese suicidado.[68] Otra versión, de carácter fantástico, fue la que dio Gabriel García Márquez,[69] que estaba basada, según él, en “muchas fuentes”.[70] La versión del asesinato quedó casi institucionalizada para la izquierda a través del libro del periodista Robinsón Rojas, Estos mataron a Allende, considerado en la actualidad truculento y falto de rigor investigativo, pero que en su época, fue avalada incluso por la viuda de Allende (quien había aceptado inicialmente la versión del suicidio).[71]
Las versiones de que Allende se había suicidado, la postura oficial de la junta de gobierno, fue también censurada por medios de izquierda extranjeros, así ocurrió con Radio Moscú, cuando Clodomiro Almeyda, entrevistado en un programa, explicó la versión real de los hechos, cortando la conversación sobre el suicidio en la transmisión.[72]
La visión sobre el suicidio fue cambiando con el tiempo, cuando las versiones del asesinato perdieran intensidad y el suicidio se dejase de valorar como algo condenable para la izquierda,[73] revalorizando la versión del doctor Guijón, que se vio corroborada con la segunda autopsia de Allende y la aceptación del suicidio por parte de sus deudos[74] y partidarios en el funeral oficial. Años después, se rebelaría que Guijón no fue el único testigo, además de él estaban los doctores Jirón, Ruiz Pulido y José Quiroga, los dos primeros declararon siempre el suicido de Allende pero fueron censurados o no se les prestó importancia, mientras que Quiroga rompió el silencio sólo el 2003.[75] Otros dos testigos, Arsenio Poupin y Enrique Huerta, que no eran médicos, fueron detenidos y hechos desaparecer por los militares.